Hace unos 12.000 años, el Pleistoceno dejó paso al Holoceno y el
hielo se fue replegando. El planeta se convirtió en terreno abonado para
el 'Homo sapiens', que se hizo sedentario y empezó a deforestar los bosques,
a cultivar los campos y a construir las primeras ciudades. La
civilización fue posible gracias precisamente a un clima más benigno y
estable, que permitió la proliferación de nuestra especie.
Ahora, con más de 7.000 millones de humanos sobre la faz de la
Tierra, con un crecimiento imparable de la superficie urbanizada, con
una capacidad sin precedentes para alterar los ciclos del agua, del
carbono y del nitrógeno, los científicos advierten que hemos entrado de
lleno en una nueva fase geológica: el Antropoceno.
El nombre se le atribuye al premio Nobel de Química Paul Crutzen,
convencido ya hace una década de que el planeta ha cambiado
esencialmente por "la acción directa del hombre". Hay quienes sugieren que el Atropoceno arrancó realmente con la introducción de la agricultura, aunque la 'frontera temporal' más admitida es la del siglo XIX, con el advenimiento de la Revolución Industrial.
Otros, como el profesor Will Steffen, de la Universidad Nacional de
Australia, hablan incluso de 'La Gran Aceleración' tras las Segunda
Guerra Mundial como la última y definitiva prueba... "En los últimos 50
años hemos asistido sin duda a la transformación más rápida de la
historia en nuestra relación con el mundo natural. La escala y la
rapidez de los cambios han sido impresionsantes: todo esto ha ocurrido
en el espacio de una vida humana".
Un planeta bajo presión
Will Steffen ha sido una de las voces más notorias en el cónclave de
3.000 científicos que esta semana han confluido en Londres para alertar
sobre los riesgos y vislumbrar las soluciones en la era
del Antropoceno. La conferencia 'Planeta bajo presión' ha servido de
antesala al encuentro que se celebrará en Río el próximo 20 de junio,
veinte años después de la primera Cumbre de la Tierra.
Como telón de fondo, la frustración de los científicos por el
callejón sin salida en que ha acabado el debate del cambio climático.
Coincidencia general: hay que cambiar de narrativa y hay que buscar
maneras más efectivas de calar en la opinión pública, como el vídeo que
explica el advenimiento del Antropoceno, la 'hiperpared' de la NASA que
ilustra el aumento de las temperaturas en las tres últimas décadas o la
insistencia en 'soluciones' ante la triple crisis social, económica y
ecológica.
"Los científicos aquí reunidos son de alguna manera los doctores que
someten a un chequeo al planeta", advirtió Lidia Brito, copresidenta de
la conferencia y directora científica de la Unesco. "Y aunque han detectado una alta presión sanguíena,
elevados niveles de colesterol y un estilo de vida no saludable, lo
cierto es que hay tiempo para dar la vuelta a estas tendencias y seguir
la receta para un futuro mejor".
"Pese a los cambios acelerados, algunas tendencias han empezado a
cambiar o se están ralentizando", reconoció por su parte Diana Liverman,
co directora del Instituto de Medioambiente de la Universidad de
Arizona. "El crecimiento de la población global va a tocar techo a
mediados de siglo, la intensidad de la energía y de carbono por unidad
de producción está disminuyendo, la agricultura intensiva está en
retroceso en algunas zonas y los bosques se están expandiendo en alguna
regiones".
El ser o no ser del Antropoceno se jugará en cualquier caso en las
ciudades, donde vive ya más de la mitad de la población, contribuyendo
al 70% de las emisiones de CO2. Según las estimaciones reveladas en
'Planeta Bajo Presión', la 'huella urbana' aumentará de aquí al 2030 en
más de 1,5 millones de kilómetros cuadrados y ocupará la misma
superficie combinada de Francia, Alemania y España.
"La reinvención de nuestras ciudadeds es acaso la necesidad más
urgente para alcanzar la meta de la sostenibilidad global", advirtió
Shobhakar Dhakal, director del Global Carbon Project en Tokio. "Las
zonas urbanas en los países emergentes van a ser claves a la hora de
replantearnos cuestiones tan básicas como la vivienda, el alimento, el transporte y los desechos en la próxima década".
Ciudades en transición y urbes post-carbono
El Centro de Resilencia de Estocolmo ofreció varios casos de
respuestas de adaptación local a los grandes retos del planeta, de las
innovaciones en captura y gestión del agua en Tanzania a las inversiones
en capital natural en China y en el noroeste de Estados Unidos.
Movimientos como las Ciudades en Transición o las Ciudades Post-Carbono
ofrecieron en Londres su experiencia durante la última década.
Otro tema caliente fue la necesidad imperiosa de vincular economía,
ecología y sociedad. Richard Wilkinson, autor de 'Desigualdad', insistió
en "los efectos corrosivos" del bache creciente entre ricos y pobres en
todos los indicadores ambientales y sociales. La premio Nobel de
Economía Elinor Ostrom abrió precisamente la conferencia con una llamada
colectiva a "los ciudadanos, los gobiernos y las compañías privadas para hacer causa común e impulsar cambios a gran escala que eviten el daño irreparable al planeta".
El Antropoceno, advierten los expertos, ha estado marcado hasta ahora
por profundas alteraciones que son ya muy visibles desde los satélites:
la retirada de las capas polares, la creicente deforestación, el avance
implacable de la 'marabunta' urbana, el aumento de los niveles de
dióxido de carbono en la atmósfera, las zonas muertas en las costas, la
acidificación de los océanos, la pérdida de biodiversidad...
"Pero el capítulo final en esta nueva fase geológica está aún por
escribir", advierte James Syvitski, experto en dinámica de modelos de la
Universidad de Colorado-Boulder. "La narrativa dependerá de nuestra conciencia colectiva y de la capacidad para cambiar de rumbo.
Si no lo hacemos, la presión interrumpida a la que estamos sometiendo
al planeta puede llevarnos a una desestabilización sin precedentes".
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